Hoy por la mañana desperté y decidí comenzar el día con una serie de ejercicios no previamente planificados. La meta no era comenzar a ponerme a seguir un plan en específico de entrenamiento vistas en las redes para ponerme en forma. Esa estrategia la he utilizado mucho en el pasado sin mucho éxito, en términos de tallar un cuerpo digno de admiración. La meta con la que desperté era la de hacer ejercicio, particularmente cardiovascular, para simplemente sentirme mejor a nivel emocional, sentir el cuerpo ágil y tener un día productivo sin obsesionarme por cumplir con una rutina perfecta.
Así que comencé con un error para que usted no tenga que cometerlo: me tomé una bebida carbonatada confeccionada con jengibre y limón. En pocas palabras, no lo hagan a menos que quieran hacer visitas frecuentes al inodoro.
Bueno, con ese detalle fuera del camino, comencé con una rutina de abdominales del canal de YouTube Athlean-X porque he leído por ahí que es bueno entrenar el abdomen temprano en la mañana con el estomago vacío. En estos momentos no sé que credibilidad tenga entrenarlos de esa manera, pero mi impresión es que tiene sentido ya que no hay que realizar los movimientos con comida moviéndose de lado a lado. A demás me gusta seguir rutinas guiadas, especialmente cuando viene a esa parte del cuerpo en particular.
Luego decidí irme a trotar un trayecto corto porque ya era tarde en la mañana y aunque el sol no estaba tan candente, pronto lo estaría, y la idea era sentirme bien, no castigarme esta mañana. Extrañamente, no escuché los pájaros cantar lo cual encontré inusual, pero lo que sí escuché paradójicamente fue el sonido del silencio. El ambiente parecía estar paralizado. Solo me encontré con un hombre que recolectaba semillas de café y no intercambiamos palabras. Ambos estábamos concentrados en las actividades que realizábamos.
Mientras trotaba, pensaba como era posible que el gran púgil estadounidense de peso completo, Rocky Marciano, quien compitió entre los años 1947 a 1955 corría cinco a seis millas (ocho a nueve punto siete kilómetros) diarias en las mañanas y doce a quince millas (diecinueve a veinticuatro kilómetros) la semana previa a sus enfrentamientos. Es muchísimo correr, y yo en mi pequeño trote con las espinillas a punto de partirse como fideos de espagueti.
Bueno, no debería haber ningún misterio, él era un campeón invicto y yo un Juan del Pueblo. Al terminar mi breve carrera de aproximadamente quince minutos, sentía correr el sudor por todo mi cuerpo y me sentía bien. Las endorfinas comenzaban a fluir.
Para mantener ese fluir de químicos positivos, empecé a saltar la cuerda mientras escuchaba a Bringing on the heartbreak de Def Leppard y luego Don’t close your eyes de Kix. Las canciones duran aproximadamente unos cinco minutos cada una, pero no estaba tan pendiente a la duración, solo quería conectar con el ritmo de la música mientras saltaba, para así tener una experiencia más placentera.
Me hidraté con más agua carbonatada, pero esta vez le añadí un polvo de limón natural de la marca True lemon y la endulcé con Truvia (una mezcla de eritritol y fruta del monje).
Finalmente, culminé la rutina con dos canciones más: Sometimes she cries de Warrant y Still of the night de Whitesnake mientras golpeaba mi saco de boxeo casero. De todos los ejercicios que he realizado a lo largo de mi vida, no solamente hoy, éste es el más agradable. Se suda como loco y libera tanta energía negativa acumulada que me deja sintiéndome relajado. Parece ser una manera saludable de lidiar con las frustraciones internas sin tener que producirle violencia o hablarle groseramente a los demás.
Ese efecto, llamémosle, de liberación y relajación, pocas veces lo he sentido realizando otros tipos de ejercicios como el levantamiento de pesas o la calistenia, aunque ambas formas de ejercitarse son excelentes en su propio derecho. Pero es claro que todos respondemos de maneras distintas a prácticamente todo, y el hacer deporte no es la excepción.
Mi exhortación con esta crónica es que experimentemos de manera segura con distintos métodos hasta que encontremos los que funcionan para nosotros y no te preocuparnos tanto por lo que vemos en redes. Pienso que mientras más nos preocupemos por tener la rutina y cuerpo perfecto, menos alcanzamos nuestra meta por la presión y zozobra que nos provocamos.