El espantapájaros

El cortometraje de hace ya una década, El espantapájaros de Chipotle, nos presenta un ejemplo de un espíritu quebrantado que ve la luz y se alista para contribuir su granito de mostaza para ayudar a mejorar al mundo.

El grupo de trabajo que creó este anuncio, en mi opinión, fueron verdaderos genios y personas especiales. El mensaje está tan bellamente tallado y transmitido en imágenes que los estudiosos de los detalles captarán algo nuevo cada vez que lo miren. El espantapájaros brinda un mensaje de iluminación, único y bien elaborado.

Cuando el Espantapájaros recoge el pimiento rojo de su jardín después de haber presenciado la oscura realidad del mundo en el que vive, lo acapara una especie de inspiración divina y de repente entiende su propósito de vida. Entiende que la inspiración divina no se la puede guardar, debe ir a contárselo a todos los demás, evangelizarlos, traerles el mensaje y llevarlos al paraíso.

“¿Quieres cambiar el mundo?, no toma mucho”, canta la hermosa voz femenina de Fiona Apple, que le cuenta a los oyentes que con tan solo pequeños actos de bondad a diario pueden cumplir su misión y propósito aquí en la Tierra: salvar el mundo y salvar sus almas.

El señor Espantapájaros intenta crear el Cielo en la Tierra, incluso aunque parezca ser inútil.

Más allá, El espantapájaros puede intentar reestablecer el mundo artificial y desprovisto de vida natural que ahora existe y que es envenenado por cuervos gigantes mecanizados que se dedican a matar todo lo verde.

Su misión es restaurar el ya agotado planeta, pero sobre todo intenta restaurar el alma del hombre y su humanidad, proveyéndoles alimentos naturales, recordándoles el respeto por la Naturaleza y los animales quienes han sido convertidos en números despojados de su valor inherente. A demás, el espantapájaros, procura recordarles a las personas mediante sus actos que los humanos tienen una responsabilidad como custodios de este mundo.

Los humanos eran seres superiores que perdieron su rumbo y necesitan ser guiados de regreso por alguien más allá de un ser humano. Como muestra la imagen de Crow Foods Incorporated, el mundo ahora es una completa contradicción de lo que realmente se suponía que fuera. Todo es artificial, alejado de la verdad, donde los humanos ya no pueden apreciar la realidad. No ven el mal que ocurre detrás de las cortinas, simplemente lo aceptan y se tragan la mentira, ciegos a su presencia. Ya nadie piensa independientemente, todos son iguales, dormidos y deliberadamente ignorantes, no ven lo que tienen ante sus ojos. El espantapájaros ve las cosas como realmente son porque no lo inhibe el hecho de ser humano ni el veneno que circula en el aire. Por eso emprende una lucha para liberar a sus creadores, liberar a la humanidad y traerlos de vuelta a la realidad.

Por suerte, un niño, la vida más inocente, se da cuenta del puesto de comida que montó el señor Espantapájaros y ahí reconoce lo que es la Naturaleza verdadera. El niño es liberado de las ataduras de la ciega esclavitud antes que todos los demás y con su mente liberada ahora puede ayudar al señor Espantapájaros regar la voz y salvar a los demás antes de que todo se pierda para siempre.

Los humanos se alimentan con símbolos de lo que se supone que sea comida, no comida en sí, casi como si los animales ya no existiesen realmente, pero sí existen, simplemente han sido olvidados, entregados al mal. El espantapájaros los ve, ve como llenan al pollo de toxinas y como transforman a las vacas en un res artificial, algo antinatural y al que se le ha faltado el respeto. Los animales han sido privados y despojados de su naturaleza, cruelmente abusados para alimentar a un mundo moribundo mediante la locura artificial. Una regresión, enmascarada como progreso que sobrevive gracias a que la verdad ha sido tergiversada.

No sé por qué el señor Espantapájaros cosecha primero el pimiento rojo antes que el resto de las verduras, quizás porque fue lo primero que vio.

De todos modos, la comida que él prepara es artesanal, elaborada a mano en una cocina. No sale de una polea industrial y se encuentra en su estado natural, tal como se supone.

Los cuervos de la todopoderosa empresa, cuyo lema es “Alimentar al mundo”, están siempre al acecho, y ni siquiera son cuervos reales, son cuervos mecanizados, y cada obrero espantapájaros tiene uno vigilándolo, postrados en sus hombros, sin quitarles el ojo de encima un solo momento . Los espantapájaros son los únicos que trabajan, y todos viven fuera de la ciudad y viajan en tren. Los humanos parecen no hacer nada más que comprar y comer. Renunciaron a su independencia y automatizaron todo. Se convirtieron en esclavos sin siquiera darse cuenta y, al querer alimentar al mundo, crearon algo para matarlo. Una forma de suicidio lento.

Es posible que el señor Espantapájaros también haya estado tratando, curiosamente, de ahorrar gasolina porque tiene una camioneta vieja y oxidada que podría haber usado para ir al trabajo, pero en lugar de utilizarla, toma el tren. Supongo que no quería causar más contaminación innecesaria a un planeta casi muerto, o no podía imaginar conducir su camioneta si no estaba en camino a cumplir un buen propósito. Un verdadero caballero.

El señor Espantapájaros es iluminado por la energía Divina. Se sincroniza con todo de lo que el Universo y nosotros estamos hechos. El espantapájaros es el héroe de la historia porque aparte de todo lo que hace, al final cumple con la función que tal vez algún ser humano había ideado para él muchos años antes: ser un interruptor de emergencia, un mecanismo de seguridad, la última medida contra la soberbia de lo que cree ser progreso y lo que cree estar por encima de la razón los destruya a todos. Ahuyenta a los cuervos que se reúnen en su puesto. Lejos del niño y de la comida. Lejos de lo bueno y lo natural.

Al menos alguien pensó en implementar una contramedida en caso de que todo saliera mal. Tal vez era un tipo que fue condenado al ostracismo por ir en contra de la multitud y creó los espantapájaros como un último esfuerzo para garantizar la salvación y supervivencia de la humanidad. Podría estar en algún lugar del desierto, esperando, observando.