Cuarto creciente

Desde la primera planta escucho a tres señores decirme que estoy perdiendo el tiempo pensando, mientras observo al caldero y escucho las palomitas reventar.

“Fuerza de voluntad y disciplina”, me recuerda la voz del doctor. Un hombre de diversos negocios; un hombre de consejos. Me muestra una foto de un amigo desaparecido que conocí en la superior al bajar la montaña.

Y ahora bajo la cuarto creciente espero a la salerosa, mientras el señor Frijoles no se decide por cual cuadro comprar, hasta que se le surge la idea de pintar su propia obra y revenderla una y otra vez. Y por supuesto, el piloto del vehículo azul de tres neumáticos no logra escapar su ira.